En este artículo vas a encontrar un ejercicio simple de conciencia corporal que -si te tomás un momento para practicarlo- te puede ayudar a desarrollar la habilidad de estar más presente en tu propio cuerpo.
¿Para qué puede servirte practicar la conciencia corporal?
Suelo explicar la conciencia corporal como la capacidad de registrar las sensaciones físicas que se manifiestan en tu cuerpo. Practicar esta toma de conciencia podría ayudarte a facilitar la conexión con tu cuerpo, reconocer el estrés y manejar cómo respondés o acompañar tu proceso terapéutico de una forma sentida -literalmente sentida.
En artículos anteriores escribí con más detalle sobre qué es la conciencia corporal y cuál es su sentido en la psicoterapia online. Hoy quiero detenerme en la explicación de un ejercicio muy simple que en ocasiones utilizo en mis sesiones.
Cómo hacerlo paso a paso.
Es importante, sobre todo las primeras veces que lo realizás, que busques un lugar y un momento en el que no vayas a tener interrupciones. No serán necesarios más de 2 minutos.
Podés tener ojos abiertos o cerrados, lo que te sea más cómodo.
El objetivo de este ejercicio es simplemente que te tomes un momento para que registres tus propias sensaciones físicas, aquello que estás sintiendo en este momento. Y para esto, te propongo, una “puerta de entrada”: tu respiración.
En este ejercicio, no hay una manera en particular en que tengas que respirar, simplemente observá cómo lo estás haciendo. Este no es más que un momento para tomar conciencia sobre cómo es que estás respirando ahora.1
1.Observá tu respiración. No hay una forma correcta o incorrecta, simplemente prestá atención a cómo estás respirando ahora.
Es esperable que pensamientos o algún otro estímulo lleven tu atención hacia otro lugar. Si esto te sucede, simplemente observalo. Y cuando te des cuenta que te fuiste hacia algún otro lugar, volvé. Traé nuevamente -y las veces que sea necesario- tu atención hacia tu respiración.
2.Reconocé las distracciones. Es normal que aparezcan pensamientos o estímulos que te lleven hacia otro lugar. Cuando lo notes, simplemente reconocelo y volvé a tu respiración. Las veces que haga falta volvé a observar tu respiración.
Una vez que puedas mantenerte observando tu respiración como para poder describirla, respondé a estas preguntas: ¿Cómo es que estás respirando? ¿Cuál es el recorrido que hace el aire en tu cuerpo? Poner en palabras lo que estás observando es una buena manera de tomar conciencia de aquello que estás sintiendo.
3.Describí tu respiración. ¿Cómo es? ¿Es rápida? ¿Lenta? ¿Profunda? ¿Superficial? ¿Llega hasta la garganta, el pecho o la panza? ¿Cómo se siente? ¿Qué otras cosas reconocés en tu respiración?
Errores comunes.
Si nunca hiciste un ejercicio de este tipo, es probable que aparezcan algunas dificultades:
- Buscar hacerlo perfecto: no se trata de respirar de una manera “ideal”, sino de que puedas observar cómo lo estás haciendo ahora.
- Juzgar las distracciones: es esperable que la mente vaya de un pensamiento en otro. Lo importante es que te des cuenta cuando te hayas ido del foco en la respiración y volver, sin criticarte.
- Forzar la práctica: desarrollar la capacidad de tomar conciencia corporal se construye de a poco. Te sugiero que no te centres en esperar “resultados”, sino en experimentar el proceso.
Qué podés descubrir al practicar la conciencia corporal.
Al observar tu respiración y describirla, estás dando un paso para traer tu atención al cuerpo, comenzar a sentir cómo es habitarlo y desarrollar una forma de presencia que te facilita escucharte y escuchar a los otros, estando cerca de lo que sentís.
Para seguir explorando.
Si te interesa este ejercicio de conciencia corporal, te invito a leer otros artículos del blog donde podés encontrar más recursos prácticos y reflexiones sobre cómo trabajar en la relación con tu cuerpo y sus posibilidades de uso en terapia.
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¿Quién soy?
Mi nombre es Carolina Becker, soy Psicóloga. Me dedico a promover la salud y la calidad de vida de las personas. Trabajo desde la palabra para explorar las emociones y sensaciones en el cuerpo, acompañando así procesos de cambio con las herramientas que están a mi alcance (que son las mismas que están a tu alcance).
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